Lectura: Génesis 15:1-6

Cualquier madre puede decirte que la espera para dar a luz es una experiencia que forma paciencia. Pero compadece a la pobre madre elefante. ¡Toma alrededor de 22 meses para que un bebé elefante se geste hasta llegar al momento de su nacimiento! El tiburón conocido como el pez lija tiene un periodo de gestación de 22-24 meses. Y a altitudes superiores a los 1.500 metros, ¡la salamandra alpina resiste un periodo de gestación de hasta 38 meses!

Abraham podría haberse identificado con estos ejemplos de la naturaleza. En su ancianidad, el Señor le había prometido: “Haré de ti una nación grande” (Gén. 12:2). Pero, a medida que los años pasaban, Abraham cuestionaba cómo sería posible el cumplimiento de la promesa sin siquiera la piedra de cimiento básica de un hijo (15:2). Así que Dios lo tranquilizó, “uno que saldrá de tus entrañas, él será tu heredero” (v.4).

A pesar de lo avanzado de su edad, Abraham creyó a Dios y fue llamado justo (v.6). Pero esperó 25 años desde el momento de la promesa inicial hasta el nacimiento de Isaac (17:1,17).

Parte de la confianza en Dios se basa en esperar el cumplimiento de Sus promesas. Sin importar cuán larga sea la demora, debemos esperarlo. Tal y como nos lo recuerda el autor de Hebreos, “mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió” (He.10:23).

1. ¿Qué tal está tu paciencia? ¿Alguna vez has tenido que esperar por una respuesta a una de tus oraciones? La paciencia nos hace ser mejores creyentes, más estables y más firmes en nuestras convicciones.

2. Recuerda el fruto del Espíritu es tan sólo uno, compuesto por diferentes elementos indivisibles, no podemos decir que queremos mostrar uno en especial, sino tenemos todos.  ¿Cómo te ha ido con mostrando el fruto del Espíritu en tu andar diario?

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.” Gálatas 5:22-23 (NVI)

Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia ha de tener su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada. Santiago 1:2-4  (LBLA)