Lectura: Mateo 25:1-13

Era el último martes de la última semana en su misión en la tierra y Jesús continua compartiendo sus lecciones con los discípulos, en este caso hace uso de una parábola, sobre uno de los acontecimientos más importantes en la vida de una sociedad, el matrimonio.

De acuerdo con las costumbres judías de esos días, existían tres fases en el proceso para llegar a casarse.  La primera era el compromiso, cuando los padres de los novios se reunían para formalizarlo.  En una segunda etapa se realizaba una reunión en la casa de los padres de la novia, donde asistían los novios, los padres de ambos y otros testigos, para intercambiar los votos y desposarse (Lucas  1:27). El compromiso era un tema tan serio que para romperlo tenían que efectuar un divorcio. En la tercera y última etapa, se realizaba el casamiento formal, que es la que se nos ilustra en estos pasajes, el novio y sus amigos se dirigían a la casa de la novia para realizar la ceremonia formal de matrimonio, en un día que sólo él sabía, así la novia y sus amigas quedaban en un estatus de espera.

Muy cerca del día de la ceremonia era común también que el novio mandara previamente a un emisario quien transmitía el mensaje a los invitados, indicándoles un día específico, más no así la hora.  Finalmente se trasladaba a la casa de la novia gritando: “¡Atención aquí viene el novio!, pero eso podía ocurrir a cualquier hora.

Otra costumbre adicional era que a nadie se le permitía salir a la calle de noche sin una lámpara y cuando el novio regresaba nuevamente a su casa, se cerraba la entrada y nadie podía ingresar a la fiesta de bodas.

Por supuesto esta parábola estaba dirigida al pueblo de Israel, el cual por mucho tiempo había sido advertido de su llegada e incluso el emisario, Juan el Bautista, había preparado el camino y ahora Jesús, el novio, estaba presente con ellos.  También podemos aprender principios universales de esta parábola: existen cosas que no se pueden obtener en el último minuto, por ejemplo, para tener un buen trabajo es necesario un tiempo de preparación y sacrificio, no se pueden adquirir habilidades o carácter sin un proceso de aprendizaje.  Hay cosas que no se pueden pedir prestadas, las muchachas no obtuvieron aceite prestado, pues era de noche y quienes estaban preparadas no iban a arriesgarse a quedarse sin aceite por culpa del error de las poco previsoras.  Asimismo no podemos pedir prestado a otra persona su conocimiento o su relación con Dios.

  1. Esta parábola nos habla de la virtud de la prudencia para actuar de forma justa, adecuada y con moderación ante las circunstancias de la vida, Dios siempre nos llama a ser siervos prudentes.
  2. Dios es un Dios de orden, entonces seamos ordenados en nuestro andar con Él.

MD/HG

Jesús: Nos habla sobre la prudencia.  “En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas.”. Mateo 25:4.

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.