Lectura: Salmos 119:145-160

Para nadie es un secreto que vivimos en un mundo cada vez más plagado de mentiras que desfilan frente a nosotros de manera interminable, esto sin duda nos está llevando a la destrucción de la sociedad.

Daniel Webster (1782-1852), un reconocido orador y hombre de estado de su época, ya lo expresaba de esta forma: “Si no se difunde la verdad, se difundirá el error.  Si Dios y Su Palabra no se conocen, ni se reciben, el diablo y sus obras ascenderán.  Si el texto bíblico, no llega a cada aldehuela, llegarán las páginas de una literatura corrupta y libertina.  Si el poder del evangelio no se siente a lo largo y ancho de la tierra… reinarán la corrupción y la oscuridad”

Es nuestro privilegio proclamar la verdad que se encuentra en las enseñanzas de la Biblia.  Uno de los autores de los Salmos lo expresaba de la siguiente forma: “La suma de tu palabra es verdad; eternos son todos tus justos juicios” (Salmos 119:160).  Una de esas verdades trascendentales que debemos compartir, es que como pecadores todos necesitamos el perdón divino (1 Juan 1:6-7); y por supuesto ello viene acompañado por el único medio para obtener ese perdón y es por medio de la obra salvadora de nuestro Señor Jesús (Juan 14:6).

En esta época llena de mensajes corruptos difundidos sin freno a través de toda la variedad de medios de comunicación con los que contamos: TV, Radio, redes sociales, internet, etc.; es necesario levantarnos y proclamar valientemente la verdad contenida en la Palabra de Dios, y no solamente difundirla, necesitamos ser un ejemplo de lo que una vida entregada a Dios, puede llegar a ser.

  1. La verdad no se puede negar, proclámala con amor y sé testigo de cómo empieza a producir diferencias en muchas vidas.

 

  1. Para poder proclamar la verdad, debes conocer a aquel quien es la verdad.

HG/MD

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” (Juan 14:6)