Lectura: Apocalipsis 5:6-14

A quien no le gusta que le digan de vez en cuando: “¡Sabes, hiciste un buen trabajo, te lo agradezco!”  Incluso si varias personas nos lo dicen, pensamos que en algo estamos haciendo la diferencia.

Al Señor también le encanta la alabanza sincera de su pueblo y por supuesto que Él si la merece de verdad.  De hecho el trabajo más importante que nos ha encargado Dios en esta tierra es alabarlo (Salmos 96:9) y el apóstol Pedro lo dice de la siguiente manera: “…para que en todas las cosas Dios sea glorificado…” (1 Pedro 4:11).  Es nuestro gran privilegio el amar, exaltar y servir a Dios.

En nuestra lectura devocional en el libro de Apocalipsis, se nos habla de que un día futuro en el cual los creyentes de toda “…lengua, pueblo y nación…” que han sido redimidos por su sacrificio de amor en la cruz, rodearán Su trono de alabanzas.  No puedo imaginar, esa gran cantidad de personas de todas las edades, la mayor congregación de todos los tiempos unida en un mismo sentir glorificando a Dios.

La grandeza de Dios es más que increíble es indescriptible, solo el hecho de pensar en Su gloria nos debe de levantar los bellos de los brazos y debe llenar lo más profundo de nuestro corazón, con su sublime presencia.

  1. Cada creyente tiene la maravillosa oportunidad de participar de la celebración de la majestad de Dios glorificándole con sus hechos y palabras. Esta vida es tan sólo una práctica, pues un día nos uniremos a la mayor celebración de todos los tiempos, teniendo a Dios como su centro.
  2. Tendremos toda la eternidad para alabar a Dios, ¿por qué no empiezas hoy mismo?

HG/MD

“Adoren al Señor en la hermosura de la santidad; tiemble ante su presencia toda la tierra.” (Salmos 96:9)