Lectura: Miqueas 7:14-20

Conozco a una mujer que rehúsa creer que puede ser perdonada por sus pecados porque dice ella: “Dios no va querer a alguien como yo”. Ella reconoce la mancha de su conducta inmoral, pero no se da cuenta de la ¡maravilla de la gracia de Dios!

En realidad nadie puede comprender plenamente la gracia de Dios, pero igual que el profeta Miqueas, podemos maravillarnos y regocijarnos ante ella. A pesar de que hizo un triste recuerdo de los pecados de su pueblo, Miqueas también reconoció la bondad del Señor (Miq.7:1-20). Y expresó confianza en la promesa de Dios de perdonar y bendecir a su pueblo (Miq.7:18-20).

El pueblo de Dios hoy tiene más razones aún para alabarle. Miqueas no pudo ser testigo, de que el Hijo de Dios un día se encarnaría, viviría una vida impecable y pagaría el precio por nuestro pecados en la cruz. Tampoco pudo ver cómo Jesús rompería el poder de la muerte y de la vida en los cielos como Abogado nuestro hasta que nos reunamos con Él allí. Y Miqueas no pudo leer la siguiente exclamación de Pablo, pues por supuesto, no se había escrito: “¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:31-32).

  1. En palabras de Miqueas podemos decir con confianza y adoración: “¿Qué otro Dios hay como tú?”

 

  1. El Dios de toda gracia salva y santifica aun a los peores pecadores, si estos aceptan Su regalo de Salvación.

 

NPD/HVL