Lectura: Lucas 12:16-21

“No se puede hundir”.  Ese era el orgulloso comentario de los constructores del RMS Titanic, se trataba del segundo de los tres transatlánticos que formaban la clase Olympic, propiedad de la naviera White Star Line, el cual llegó a su trágico final en su viaje inaugural, durante la noche del 14 de abril y la madrugada del 15 de abril de 1912, y donde murieron más de 1500 pasajeros.

En un artículo de la revista danesa Evangelisten, Ingvald Andersen escribió un artículo sobre uno de los pasajeros de nombre John Harper, quien era un discípulo comprometido de Cristo. Según el relato de una de las sobrevivientes, la noche del desastre, John compartió su fe con un joven inglés, quien aceptó el regalo de salvación.

Esta testigo contó que horas antes del insospechado suceso, John fue a caminar con su hija por la cubierta de la nave, y mientras observan la puesta del sol, le dijo a su hija: “La mañana va a ser hermosa”.  Efectivamente, para él y cualquier otro creyente que haya muerto aquella noche, la mañana siguiente en verdad fue la más hermosa de todas.  Fue la salida del primer sol, del primer día que pasaron al lado del Señor.

Podemos asegurarte una cosa, por más tranquila y segura que parezca tu vida, mañana o dentro de una hora puede sucederte algo inesperado.  De modo, que si aun no has hecho la decisión más importante, mañana podría ser muy tarde, necesitas hacer lo que hizo aquel joven inglés, aceptar a Jesús como Salvador y Señor de tu vida.

  1. Así que, no importa cuando mueras, mañana puede ser el primer amanecer al lado de tu Señor.
  2. La decisión que se pospone demasiado tiempo, puede convertirse en una tragedia, ¡no la pospongas más!

HG/MD

“Porque dice: En tiempo favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. ¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!” (2 Corintios 6:2)