Lectura: Levítico 19:11-16

Si todo lo que dicen las personas fuera cierto, entonces muchos de nosotros ya nos hubiéramos divorciado un par de veces, o estaríamos saliendo con otras personas, tendríamos problemas con el alcohol, hubiéramos sufrido accidentes de tránsito debido a los problemas con nuestros jefes, estaríamos hundidos en el consumo de drogas y dirían que seguramente los bienes que disfrutamos provienen de actividades ilícitas.  Lo peor de todo, es que algunas personas han creído esas historias.

Pero, ¿nos deberían molestar esas cosas?  Simplemente, nos deben dar pena el tipo de personas que difunden las redes de mentiras, llenas de chismes, murmuración y odio.  Todos en algún momento hemos sido víctimas de estas redes del mal y podemos decir al igual que David: “Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen; contra mí traman el mal” (Salmos 41:7).  Debe consolarnos el saber que esa experiencia ha sido compartida por muchos siervos y siervas del Señor.

Un amigo que está involucrado en el servicio del Señor muy activamente, me contó que un compañero le compartió un rumor terriblemente escandaloso con respecto a él; cuando lo escuchó, exclamó de la siguiente forma: “¡Alabado sea Dios!”, luego citó las palabras del Señor: “Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo” (Mateo 5:11) y añadió: “Gócense en aquel día y salten de alegría porque he aquí su galardón es grande en el cielo; pues así hacían los padres de ustedes a los profetas” (Lucas 6:23).

  1. Si sirves al Señor y la gente chismea con respecto a ti (Lev. 19:16), recuerda que lo que verdaderamente cuenta no es lo que la gente diga de ti, sino lo que el Señor sabe de ti.
  1. Si otros chismean contigo, de seguro chismearan con otros acerca de ti.

HG/MD

“No andarás calumniando en medio de tu pueblo” (Lev. 19:16a).