Lectura: Hebreos 13:1-16

Durante Su vida en la tierra, Jesús eligió identificarse con los pobres e indigentes. Él vivió humildemente, de acuerdo a lo registrado en Mateo 8:20: “pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.”, y Su ministerio se caracterizó por la compasión para con los necesitados.

En su libro Hidden Art , Edith Schaeffer de L’ Abri Fellowship habla de que una vez  alimentó a un vagabundo que llamó a su puerta, que le preguntó: “¿Puedo tomar una taza de café , señora, y tal vez un poco de pan?”
Edith le invitó a sentarse, y le dejo para ir preparar una bandeja de alimentos aptos para un rey, sopa humeante y sándwiches gruesos, cortados y dispuestos ingeniosamente en un plato con guarnición, esto con la ayuda de sus hijos.
Asombrado,  el hombre dijo: “¿Todo esto es para mí?” “Sí”, contestó Edith, “y el café estará listo en un minuto.  Además este Evangelio de Juan es para usted también, por favor llévelo con usted. Realmente es muy importante”.
Además dice que en su cocina colgaba este dicho: “La comida es el amor de Dios hecho comestible”.  Ciertamente este vagabundo que tocó a la puerta de Edith experimentó el amor de Dios a través de ella y de su familia.
1. A través de tu generosidad sirve a Cristo. No acabarás con la pobreza mundial, ni con la injusticia, ni con las guerras o la violencia. Pero puedes ser creativo, invierte una parte de tu tiempo en las cosas eternas, involúcrate en grupos de tu iglesia que se dediquen a compartir con jóvenes, o con adultos mayores o con personas de la calle, ofrece tus servicios en beneficio de otros, a través de estos servicios comparte tu testimonio y lo agradecido que estás con Cristo por haberte salvado.
2. Atrévete sé diferente, imita a Cristo y que otros vean los resultados.

NPD/YD