Lectura: Hebreos 5:12-14

Cuán doloroso resulta para los padres y madres, el ver a sus hijos adolescentes y adultos, comportarse como niños inmaduros y caprichosos, ante situaciones para las cuales ya deberían tener la madurez necesaria para sobrellevarlas.

Pues algo muy similar es lo que nos narra el escritor de Hebreos 5 cuando se refiere a los creyentes a los cuales dirige su carta, eran personas que ya debían haber sido adultos en la fe, mostrando su madurez por medio de sus acciones y pensamientos, pero seguían comportándose como niños malcriados.  Se les describe como bebes a los cuales les falta alimentarse de la leche espiritual, y es por ello que estaban en camino de ser disciplinados por parte del Señor.  Es en esta coyuntura que el autor los insta a dejar de lado las cosas infantiles y les animo a tomaran una actitud madura.

El autor continua su amonestación en el capítulo 6 diciendo lo siguiente: “Por tanto, dejando las doctrinas elementales de Cristo, sigamos adelante hasta la madurez…”.  La palabra “madurez” o “perfección” (de acuerdo a la versión que leamos), tiene varios sinónimos, hace alusión a tener criterio, discernimiento y lucidez.  Las personas que fueron depositarias de esta carta debían dejar su etapa de leche espiritual, para pasar a la etapa de la madurez, alimentándose de la carne sólida de la Palabra de Dios (Hebreos 5:4).

Y esto no sólo se aplica a individuos, también puede extenderse a las iglesias como organismos, las cuales en lugar de ser talleres de donde salgan las herramientas para el servicio de otros creyentes, muchas se han convertido en guarderías para niños pequeños y malcriados.  Cuando las iglesias no tienen una perspectiva correcta de servicio, y no desafían a los nuevos creyentes a salir de su zona de confort, para empezar a servir en pequeños trabajos, para luego pasar a los ministerios de impacto en la comunidad de creyentes y cumplir con su tarea de llevar las buenas nuevas a los que aún no le conocen.  Cuando esto no ocurre, los líderes pasaran demasiado tiempo atendiendo las necesidades infantiles de estos creyentes inmaduros, descuidando con esto otras áreas y personas de su iglesia.

¿Hace cuánto tiempo conoces a Jesús como tu Señor y Salvador?  ¿Desde que eso paso, cuánto has crecido?  ¿Siendo sincero(a), estás siendo más de ayuda, o eres una carga para otros?  ¿Haces sólo críticas o eres parte de la solución?  El apóstol Pedro nos desafía a: “Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo…” (2 Ped. 3:18)

  1. Todo viaje comienza con el primer paso, has de este viaje una aventura que te lleve a descubrir las maravillas que Dios tiene para ti y para los que le desean buscar en verdad.

 

  1. El acercarnos a Dios, nos hace más semejantes a Él.

HG/MD

“Debiendo ser ya maestros por el tiempo transcurrido, de nuevo tienen necesidad de que alguien los instruya desde los primeros rudimentos de las palabras de Dios. Han llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido” (Hebreos 5:12)