Lectura: Juan 12:1-8

Los héroes y heroínas de la Biblia suelen tomarnos por sorpresa. En nuestra lectura devocional vemos un ejemplo perfecto de este principio, Juan nos brinda el nombre de una mujer llamada María y lo que hizo; escandalizó a algunas de las personas que estaban viéndola, pues derramó sobre los pies de Jesús un costoso perfume de Nardo, el cual era un aceite extraído de la raíz de una planta que crecía en la India y que valía unos 300 denarios; un denario equivalía a la paga de un obrero por una jornada completa de trabajo, por lo que su valor era muy significativo.

Algunas personas no entendieron lo que estaba haciendo María, específicamente la Biblia nos menciona a Judas, quien se quejó diciendo que había sido un desperdicio, ya que con el dinero de la venta del perfume habrían alimentado a muchos pobres, lo que no sabía era que Jesús conocía su corazón y acciones, pues robaba en secreto del fondo común de los discípulos.

Pero esto no se trata del valor o el costo, se trata del amor y devoción que tenía María por su Señor, ella sabía que Jesús no era un hombre ordinario, era Dios. Al haber presenciado la resurrección de su hermano Lázaro, María estaba ungiendo los pies de Jesús, su corazón fue conmovido por Dios, y con esto anticipaba la muerte de Jesús.  Es un hecho también que la mayoría de las veces, esperamos hasta que alguien a quien conocemos muera, para mostrar el aprecio y amor que sentíamos por esa persona, en lugar de demostrarlo en vida.

  1. Piensa por un momento, ¿tienes a una persona, ya sea un amigo o familiar, al cual deseas expresarle tu amor y agradecimiento?, ¿qué esperas? ¡has algo por demostrarlo!
  2. Reconoce a los demás mientras aun los tienes a tu lado, no lo necesitarán cuando ya no estén con nosotros.

HG/MD

“Entonces Jesús dijo: Déjala. Para el día de mi sepultura ha guardado esto.  Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes, pero a mí no siempre me tienen” (Juan 12:7-8).