Lectura: Salmos 106:1-15

Algunas personas sólo oran cuando vienen las crisis. Su mentalidad de “solución rápida” ve a Dios principalmente como un solucionador de problemas. Cuando las soluciones misericordiosas aparecen, estas personas agradecen que su problema se resolvió, sin embargo luego rápidamente se olvidan de Dios, hasta la próxima crisis.

Se cuenta la historia de una niña rica, acostumbrada a las atenciones especiales, ella tenía mucho miedo de subir sola una escalera oscura.  Su madre le sugirió que superara su miedo pidiéndole a Jesús que fuera con ella por las escaleras.  Cuando la niña llegó a la cima, ella dijo: “Gracias, Jesús. ¡Ahora puedes irte!”.

Sonreímos, pero el Salmo 106 contiene una seria advertencia contra despedir a Dios de nuestras vidas, como si eso fuera posible. Israel tenía una tendencia a dar por sentadas las misericordias de Dios y por ello constantemente se rebelaban. “Cuando nuestros padres estaban en Egipto, no tomaron en cuenta tus maravillas; no tuvieron presente tu bondad infinita y se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo” (Salmos 106:7).  No obstante terminaron con almas desnutridas porque eligieron ignorarlo a Él (vv.13-15). ¿Qué lecciones para nosotros?

Anticipa grandes cosas de parte Dios, sin embargo no esperes que Él esté a tu entera disposición o te de gusto con tus deseos egoístas. En su lugar, debes estar a Su entera disposición, con ganas de cumplir Su voluntad.  Recordemos lo que dice Romanos 8:26 “Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.”

Al igual que la niña rica, vamos a pedirle a Dios que nos acompañe por los pasadizos oscuros de la vida. Pero en vez de despedirlo cuando se cumplan nuestras necesidades especiales, vamos a aferrarnos a Él como porque nuestras vidas dependen de ello.

  1. No oremos por deseos caprichosos y egoístas, no pidamos cosas innecesarias, en su lugar agradezcámosle a Él sus misericordias nuevas que nos brinda día a día.  Podemos como dice Salmos 119:156 “Señor, qué grande es tu misericordia; que el seguir tus ordenanzas me reanime.”
  1. ¿Oras por lo que quieres, o por lo que Dios quiere?

NPD/JY