Lectura: Lucas 24:28-48

Yo tenía 17 años cuando por primera vez fui examinado por el evangelio. No fue debido a que sintiera una necesitad de ello o a que estuviera pensando en Dios o a que le estuviera buscando intencionalmente.  Yo era un feligrés asistente a una iglesia, un hacedor de buenas obras, y sobre todo me consideraba como una persona sincera.  Sin embargo había conocido en esos días a algunos adolescentes creyentes que tenían algo que yo no tenía, y tenía curiosidad por encontrar la razón de esa diferencia.

Hay dos cosas que me asombraron.  La primera fue su énfasis en el pecado y el arrepentimiento. Yo siempre me había comparado favorablemente con los que yo consideraba como mega-pecadores, asesinos, mafiosos, y al hacer esto, el poco parecido con estos grandes pecadores me hacía sentir más agradecido que pecaminoso.

La segunda cosa que me molestó sobre estos creyentes fue su insistencia en que Jesús había tenido que morir y resucitar debido al pecado de todos y cada uno de nosotros.  Bueno, yo pensaba que en realidad que Él no tenía necesidad de haber llegado a tales extremos.

Hasta que una noche Dios me llevó a compararme con Él.  Y me di cuenta de la realidad de mis pecados, y me arrepentí tan pronto entendí la gravedad de mi situación y el amor mostrado por Dios al morir por mí.  Por fin llegué a apreciar la necesidad de la muerte y resurrección de Cristo. Si la pena del pecado no caía en nosotros, ¿sobre quién más podría recaer? El Calvario fue el único lugar. En su inmenso amor, Jesús hizo lo que era necesario (Lc. 24:46). Su muerte, permitió que la pena del pecado recayera sobre Él.  Al resucitar se convirtió en nuestro Salvador viviente el cual venció al poder del pecado en nosotros.

1.  Después de leer este devocional no tienes excusas para decir: “No estoy enterado que existe una solución para mi vida” o “No de creer que necesitas un salvador” .  Hoy puede ser el inicio de la mayor aventura de tu vida.  Acepta hoy el regalo de salvación que Dios te está ofreciendo.

2. Si dices: «No soy peor que el resto», todavía no has sido examinado a la luz de la Palabra de Dios.

NPD/JY