Lectura: 2 Samuel 16:5-14

En la lectura de nuestro devocional en 2 Samuel 16:5-14, nos encontramos con un hombre llamado Simei, que tenía un rencor muy grande contra David, debido a que creía que había subido injustamente al trono y ahora estaba pagando con la traición de su hijo Absalón quien procuraba matarlo.  Los siervos de David quisieron defender a su amigo y rey, e incluso insinuaron que podían matarlo por la falta de respeto, pero él les dijo que las maldiciones de aquel hombre eran merecidas, ya que como todos había cometido muchos errores. Este no era tiempo de venganza sino de arrepentimiento.

A diferencia de David, muchos de nosotros queremos vengarnos de nuestros enemigos o de quienes nos ofenden; cuando esto sucede es indicativo de que en realidad no tenemos una relación muy profunda con Dios, pues en la medida que pongamos nuestra confianza en Dios, pensaremos menos en lo que nos digan y estaremos más dispuestos a depositar nuestra vida y esperanza en Él; y al igual que David, podremos decirle a nuestros detractores: “Déjenlo que maldiga” (2 Sam.16:11), esta es una muestra de sumisión humilde a nuestro Señor.

En muchas ocasiones puede que pidamos justificaciones a quienes nos acusan, o los combatimos con buenos argumentos, pero también es una opción valiente esperar pacientemente que Dios nos reivindique (2 Sam.16:12).

Siempre es bueno ver más allá de nuestros problemas, y comprender que Dios permite este tipo de situaciones para que crezcamos y seamos más dependientes de Él (Rom.5:3-6). De vez en cuando es bueno que el Señor toque nuestros corazones y lloremos reconociendo nuestro inmerecido perdón.

  1. No importa lo que otros digan de ti, estás en las manos de Dios. El Señor ha visto tu angustia y en su tiempo Él te librará de tus pesares, así que confía en su amor.
  2. Podemos soportar las cosas malas de la vida, porque sabemos que Dios está siempre en control de todo.

HG/MD

“Gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración;” (Romanos 12:12).