Lectura: Romanos 5:12-21

La hija de mi amigo era una bebé hermosa, tenía una piel lozana y tersa, deditos regordetes y juguetones, una sonrisa que conquistaba a todo aquel que la miraba.  ¿Cómo no iba a estar orgulloso su papá, después de todo era ciertamente un milagro de vida? (Salmos 139:13-14).

El apóstol Pablo quiso ampliar nuestra perspectiva de esos hermosos y “perfectos” bebés, al escribir lo siguiente: “Por esta razón, así como el pecado entró en el mundo por medio de un solo hombre, y la muerte por medio del pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Antes de la ley, el pecado estaba en el mundo pero, como no había ley, el pecado no era tenido en cuenta. No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron con una ofensa semejante a la de Adán, quien es figura del que había de venir” (Romanos 5:12-14).

Dicho en otras palabras, todo niño nace con la tendencia a pecar.  Pero esa no fue la última palabra de Pablo, también escribió lo siguiente sobre el “postrer Adán”, Jesús, quien llegó a ser: “espíritu que da vida” (1 Corintios 15:45).

Muchísimos años después del primer pecado de este primer hombre, nació un bebé inocente, quien fue Dios mismo encarnado (Juan 1:14).  Dios, “al que no conoció pecado (Jesús), por nosotros Dios lo hizo pecado” (2 Corintios 5:21).  Al momento de empezar a seguir a Jesús como nuestro Señor y Salvador, el Espíritu Santo crea en nosotros un deseo nuevo de hacer lo que es agradable delante de Dios.  Si bien es cierto que la carne sigue teniendo influencia, la fuerza del Espíritu Santo es mayor.

  1. Gracias al primer Adán, todos incluso esos bebés perfectos, son pecadores; pero gracias al segundo Adán (Jesús), tenemos la esperanza de perdón y vida eterna.

 

  1. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

HG/MD

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).