Lectura: Nehemías 4:1-10

Nehemías, era el copero del rey Artajerjes, y había recibido permiso para regresar a la ciudad de Jerusalén con un grupo de trabajadores. La cual había sido destruida unos 70 años antes. Sus paredes estaban en ruinas, el templo en cenizas, mientras que Judá decaía en el cautiverio.

En respuesta a la oración, a Nehemías se le permitió regresar a reconstruir Jerusalén. Cuando llegó, encontró la ciudad devastada.  Y para colmo de males los hombres de Judá llegaron a Nehemías y le dijeron: “Entonces el pueblo de Judá comenzó a quejarse: «Los trabajadores se están cansando, y los escombros que quedan por sacar son demasiados. Jamás podremos construir la muralla por nuestra cuenta». (Nehemías 4:10) .

Nosotros también somos constructores. El pecado ha causado la ruina de la casa de la humanidad. Tenemos el remedio para este mundo perdido en la Palabra del evangelio. Sin embargo, la ineficacia de nuestro trabajo a menudo se debe a los escombros y basura en nuestras propias vidas.  La basura de la indiferencia, el escombro de la apatía espiritual, la pereza, el placer pecaminoso, el materialismo, la mundanidad, los hábitos cuestionables y la falta de oración y estudio bíblico. Todo esto se debe borrar de nuestro camino, antes de que podamos servir al Señor eficazmente .

De rodillas debemos confesar nuestro pecado, aceptar su perdón, y comenzar a construir sobre un fundamento limpio. Entonces seremos capaces de ofrecerle algo que permanecerá para siempre.

  1. Pidamos a Dios que nos muestre si estamos viajando por el camino equivocado, y si es así, que tengamos la madurez para aceptar nuestros errores y cambiar lo que sea necesario.
  1. La gracia de Dios en el corazón saca buenas acciones en la vida.

NPD/MDH