Lectura: 1 Juan 1

En 1976 se ordenó un examen psiquiátrico a una mujer que admitió que voluntariamente y conscientemente intentó matar al presidente Ford.  Cuando se le informó que podía ir a la cárcel por el resto de su vida, confesó que no veía ninguna manera “razonablemente honesta y honorable” de evitarlo.  “Llega un momento en que cada uno de nosotros tiene que rendirse cuentas a sí mismo – declaró -, y es con nuestra propia conciencia con la que tenemos que hacer las paces”.

Se cuestionó la cordura de la mujer porque admitió su culpabilidad.  El juez ordenó que se le hiciesen las pruebas psiquiátricas después de que la mujer había admitido abiertamente su mala acción en lugar de ofrecer la negación esperada.

La experiencia de esta mujer me hizo pensar en la sensatez de confesar nuestros pecados al Señor.  En nuestro mundo moderno confesar la propia culpa en vez de defenderse con éxito de una acusación usando un subterfugio (recurso legal, pero poco ético), puede considerarse señal de inestabilidad, pero a los ojos de Dios, es lo único sensato que se puede hacer.   La Biblia dice: “El que encubre sus pecados no prosperará…” (Prov.28:13).  Pero recuerda que la Biblia también dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados” (1 Juan 1:9).

  1. Si has desobedecido al Señor, admítelo y recibe Su perdón, ¡Es lo único sensato que puedes hacer!

La confesión de pecado no es muestra de debilidad, sino señal de fortaleza.

NPD/RWD