Lectura: Gálatas 6:1-10

El nuevo socio del bufete de abogados estaba desalentado.  Los socios de más antigüedad habían establecido normas sumamente elevadas y lo habían adiestrado cuidadosamente.  Le fue bien en algunos casos menores, pero perdió su primer caso complicado y de un cliente importante.  Los socios revisaron el juicio, le señalaron sus errores, y le sugirieron estrategias diferentes.  Pero también perdió el segundo caso de este tipo.  La crítica fue severa.  El hombre se sentía terriblemente mal. ¿Lo despedirían?

Uno de los socios lo llamó aparte y le dijo: “Mira, estas aprendiendo.  Sigue adelante.  Empezarás a ganar.  Mientras tanto, tu posición está asegurada.  Eres uno de los nuestros”.  Aquellas palabras eran exactamente lo que necesitaba oír.

Cuando un hermano en la fe cae espiritualmente, nosotros también tenemos que ofrecerle apoyo. Es precioso corregir al hermano o la hermana en amor y aceptarlos para impedir que caigan en la desesperación y animarlos a crecer en la semejanza a Cristo.   Hemos de desarrollar un corazón compasivo que se solidarice con los creyentes débiles que son dolorosamente conscientes de sus imperfecciones.   Puede que hasta se sientan ser pecadores irremediables, y que se pregunten si Dios se ha cansado de ellos.

No debemos asumir una actitud ligera hacía el pecado.  Hemos de confrontarlo con humildad y amor (Gálatas 6:1).  Tenemos que tranquilizar al creyente que lucha diciéndole: ¡No te desesperes!  Sigue sirviéndole al Señor.

  1. Sé tan paciente con los demás, como Dios lo ha sido contigo.

 

  1. Dios ha sido tan bueno contigo, sé bueno con otras personas, da un poco del amor que Dios te ha dado, después de todo ellos también son de los nuestros.

NPD/DCE