Lectura: Filipenses 2:1-11

La nuestra es una edad egoísta.  Eso fue lo que les dijo George Sweeting, antiguo presidente del Instituto Moody, a los graduandos de la Universidad de Taylor.  Para ilustrar su argumento contó la historia de un agricultor, soltero, que deseaba una esposa.  El hombre puso un anuncio en un periódico que decía: “Hombre de 35 años desea casarse con una mujer de 25 que tenga un tractor.  Enviar foto del tractor”.

Todos estamos infectados de egoísmo.  Por eso Pablo dijo que mirásemos no sólo por nuestros propios intereses, sino también por el interés de los demás.  El verso dice: “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Fil.2:4), mantiene un equilibrio adecuado.

Este equilibrio lo vemos además en la ley del Antiguo Testamento: “amarás a tu prójimo como a ti mismo…” (Lv.19:18).  Para que esto fuese práctico para el pueblo de Israel, Dios les instruyó a que no segaran los rincones de su tierra, ni recogieran las espigas que los trabajadores dejaban atrás.  ¿Por qué? “Para el pobre y para el extranjero lo dejarás” (Lev.19:9-10).

Cristo es el más grande ejemplo de lo que es mirar por los demás.  Aunque es Dios se humilló como hombre y se hizo obediente hasta la muerte.  En ello estaba mirando por los intereses tuyo y mío.

  1. ¿De qué manera práctica podrías mirar por los intereses de otra persona esta semana? Hacer esto te hará más semejante a Cristo.

 

  1. Nuestro mejor momento, es cuando servimos a los demás.

NPD/DJD