Lectura: Salmos 40:1-17

Cuando ya era viejo miró su vida en retrospectiva reflexionando sobre ella y recordó muchas experiencias dolorosas.  El Salmo 40 registra un momento de su vida particularmente difícil, en el que sentía como si estuviera atascado en lo profundo “del lodo cenagoso”. (Salmos 40:2).

En su situación desesperada, le suplicaba a Dios que lo liberara y el Señor contestó positivamente a su clamor, haciéndole “subir del pozo de la desesperación” (Salmos 40:2).  Luego de esto David expresó alabanzas y gratitud para su Señor desde lo más profundo del corazón, culminando este hermoso salmo de la siguiente forma: “¡El Señor sea engrandecido!”. Aunque yo sea pobre y necesitado el Señor pensará en mí. Tú eres mi ayuda y mi libertador; ¡Oh Dios mío, no te tardes! (Salmos 40:16-17).

¿Recuerdas algún momento en el que estuviste atrapado en un gran hoyo?, Quizás esa experiencia estuvo asociada al fracaso, una duda, enfermedad o algún pecado persistente.  ¿Cómo reaccionaste? ¿Clamaste a Dios? ¿Seguiste estancado? ¿Dios en su misericordia te abrió una puerta que considerabas cerrada?

Si has sido liberado, ¿le expresaste al Señor tu agradecimiento por su favor inmerecido?  Lo más importante es: ¿Sigues andando en obediencia?

Si aún no has sido liberado dime ¿cuáles son tus opciones? ¿Seguir por el camino que sólo te ha causado dolor y sufrimiento?; o ¿darle una oportunidad a Jesús?  Si decides optar por la segunda opción, tu vida nunca volverá a ser igual.

  1. Si aún no has depositado tu confianza en Jesús, puedes empezar a confiar hoy mismo, experimentarás una paz inexplicable, tendrás un verdadero propósito y camino por el cual seguir, acompañado de un regocijo inagotable por su amor hacia ti.
  2. Dios puede traer lluvias de bendiciones en medio de las tormentas de la vida.

HG/MD

“Al Señor llamé estando en mi angustia y él me respondió” (Salmos 120:1)