Lectura: Mateo 7:15-23

Existe una extraña paradoja en nuestro mundo.  A pesar de que en nuestros días, como en ninguna otra época de la historia humana, se ha logrado expandir el evangelio por diferentes medios; paralelamente también hemos visto un crecimiento exponencial de la maldad e inmoralidad.

Un escéptico dijo en forma de burla: “El evangelio ha perdido su poder, y aunque millones de personas ahora profesan seguir a Cristo, el resultado no es gran cosa”.

Para analizar las cosas en su debida dimensión, debemos entender que aunque muchas personas dicen profesar el cristianismo, esta aseveración no está acompañada de una fe que se convierta en hechos.  No es suficiente reconocer la verdad del evangelio y decir: “Señor, señor…” (Luc.6:46).  Es necesario nacer de nuevo, para que nuestra vida sea transformada.

Se cuenta de un creyente que caminaba por la calle, cuando se encontró con una persona no creyente, que era dueña de una empresa de jabón. En plena conversación, la dueña de la fábrica hizo la siguiente afirmación: “El evangelio que usted dice predicar y creer, no es muy bueno, pues todavía hay mucha gente mala”.  El creyente notó que había un pequeño que estaba jugando en la calle con lodo quien por supuesto estaba sucio de pies a cabeza.  El creyente volvió a ver hacia donde estaba el niño y respondió, “su jabón no debe ser muy bueno, pues todavía hay mucha suciedad en el mundo”.  La empresaria rápidamente replicó: “Bueno, solamente limpia cuando una persona lo usa”.  “Exactamente” dijo el creyente “sucede lo mismo con el evangelio”.

  1. ¿Tu fe es real o tan sólo una profesión sin fe?
  1. Cuando tienes una relación con Dios, tu vida no se hace más sencilla, pero tu carácter si debe cambiar.

HG/MD

“¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que digo?” Lucas 6:46