Lectura: Mateo 5:1-16

El 9 de febrero de 1964 los Beatles aparecieron en El Show de Sullivan y cautivaron a la juventud de los Estados Unidos. Luego de escuchar su música y ver su “look” (apariencia), hice lo que millones de jóvenes norteamericanos -les rogué a mis padres que me dejaran crecer el cabello. Luego, junto con mi mejor amigo, Tommy, inicié un conjunto de música en el garaje de mi casa. La actuación de los Beatles tuvo tal impacto en nosotros que deliberadamente tratábamos de ser como ellos.  Otro ejemplo son las pasarelas de moda, que marcan tendencias que las masas ansiosas esperan para contar con el look apropiado.

Fue una importante introducción al poder de la influencia. Años después, el poder de la influencia llegó a significar algo de mucha mayor trascendencia para mí cuando inicié mi andar como seguidor de Cristo. Tenía el deseo de vivir bajo la influencia de Cristo, pero también quería ser de influencia sobre los demás señalándoles al Salvador.

Esto era en parte lo que Jesús nos estaba desafiando a entender en Mateo 5:13-16. La sal y la luz son factores de influencia en un mundo oscuro y corrompido, y Cristo, quien es la Luz del mundo, también nos llama a ser luces de influencia. El Maestro que fue modelo de perfecta pureza nos llama a ser la sal que añade sabor y evita la corrupción.

1. No seamos tan sólo influidos por Cristo, sino también influyamos por Cristo en un mundo necesitado.

2. ¿Cómo estamos influenciando a otros? ¿Por qué no piensas en un plan para hacer esto una realidad? Debes estar consciente de que otros te observan y que puedes hacer la diferencia con Cristo de tu lado.

NPD/WEC