Lectura: Romanos 7:14-25

Estaba almorzando con un amigo pastor cuando tristemente la conversación giro hacia un amigo mutuo en el ministerio que había fallado moralmente. Mientras nos lamentábamos juntos por este camarada caído, quien ahora estaba fuera del ministerio, me pregunte en voz alta, “Se que cualquiera puede ser tentado y cualquiera puede caer, pero él es inteligente. ¿Como pudo pensar que podía salirse con la suya con eso?” Sin pestañear, mi amigo respondió, “El pecado nos vuelve tontos”. Fue una declaración abrupta que tenía la intención de captar mi atención, y funcionó.

A menudo he pensado en esa declaración en los años subsiguientes, y sigo afirmando la sabiduría de esas palabras. ¿De que otra manera se puede explicar las acciones del rey David, el hombre conforme al corazón de Dios que se volvió adultero y asesino? ¿O las elecciones insensatas de Sansón? ¿O las negaciones publicas a Cristo por parte de Pedro, el más público de los discípulos de Jesús? Somos personas con fallas y somos vulnerables a la tentación y a la estupidez de la mente que puede racionalizar y justificar casi cualquier curso de acción si lo intentamos con suficiente fuerza.

Si hemos de tener algún grado de victoria sobre el poder del pecado, esta sólo vendrá a medida que nos apoyemos en la fuerza y la sabiduría de Cristo (Romanos 7:24-25). Cuando Su gracia fortalece nuestros corazones y mentes, podemos vencer nuestra propia y peor inclinación a hacer elecciones tontas.

  1. Todos hemos caído en alguna ocasión y nos hemos comportado como tontos ante el pecado, el punto es: ¿Estás siendo tonto ahora?
  2. ¿Si entendiste que estás siendo un tonto ante el pecado, por qué no pides ayuda ahora mismo a Dios? Si no lo haces, serás aun más tonto.
  3. Si en este momento no estás siendo un tonto ante el pecado, ¿cuál es tu plan para conservarte de esa forma?   Sabes, la única manera que conservarte alejado del pecado, es estar cerca de Dios, no hay otra manera.  ¿Eres un tonto o un sabio, qué estás haciendo?

NPD/WEC