Lectura: Juan 18:28-38

Varios estudiantes de leyes, estaban sentados alrededor de una mesa hablando de ética con un juez federal. El juez les advirtió: “Les aseguro que en algún momento les pedirán que hagan algo deshonesto. Su futuro dependerá de su reacción ante ese momento. Aunque tengan deudas por una hipoteca que sienten que los ahoga, o deseen enviar a sus hijos a las mejores escuelas que el dinero pueda pagar, su única respuesta debería ser un NO contundente ante ese tipo de propuestas deshonestas.

Es muy seguro que todos pasaremos por situaciones similares en algún momento de nuestras vidas. No hay decisión que sea más importante que la forma en que respondamos a las afirmaciones de Aquel que le dijo a un juez: “Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.” (Jn.18:37). Esa persona es Jesús.

Jesús era veraz en palabra y obras, pero más que eso Él era la verdad personificada (Juan 14:6). Sólo Él puede desenmascarar las mentiras de nuestros corazones y crear en nosotros un anhelo de ser veraces con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Todos en algún momento de nuestras vidas tendremos que decidir si queremos comprometernos con Aquel que es la verdad: Jesús.

  1. ¿Hemos aceptado la verdad de que somos pecadores y que necesitamos la gracia de Dios, que se nos ofrece por medio del sacrificio que Cristo realizó en la cruz? Ese es el momento determinante de tu vida.
  2. Tu destino eterno depende de la respuesta a la verdad.

NPD/DJD