Lectura: Salmos 119:129-136

Un niño notó que en su casa había un libro lleno de polvo encima de un estante alto. Eso despertó su curiosidad, por lo que le preguntó a su madre acerca del libro. Avergonzada, la madre explicó precipitadamente: “Ah, es una Biblia. Es el libro de Dios.” El niño pensó por un momento y luego dijo: “Bueno si el libro de Dios, ¿por qué no se lo devuelves? Ya que aquí nadie lo usa.”.

En muchos hogares, la Biblia casi nunca se abre. En realidad, la gente apenas la nota o piensa en ella. La única vez que la leen es cuando hay enfermedad o muere un familiar. Y con excepción de Salmos 23, es poco probable que las personas sepan dónde encontrar la ayuda necesaria que la Biblia nos brinda y que tanto necesitamos.

¿Hace cuánto no abres tu Biblia, para estudiarla? Entiendes que es realmente el libro de Dios y que Él en verdad, no quiere que se lo devuelvas. Él quiere que lo leas, que lo entiendas, que lo ames, que lo creas y que obedezcas a Su mensaje.

Él quiere que cada día abras tu Biblia y pases un tiempo de calidad con Él, Dios quiere mostrarte que puedes comprenderte, entender a otros y reconocer que tienes un propósito para vivir. No dejes que la Biblia sea otro libro olvidado en tu casa. Es el libro de Dios para ti.

  1. ¿Leíste el pasaje de la lectura de hoy?
  2. Si tu Biblia está en buen estado, probablemente tú no lo estás. Si no sabes que Tito, Filemón, Ester, Hageo, Joel, Miqueas o Hebreos, son libros de la Biblia, posiblemente no lees tu Biblia como deberías.

NPD/RWD