Lectura: Daniel 6:1-28

Una de las historias bíblicas favoritas de adultos y muy especialmente de los niños, es la de Daniel en el foso de los leones.  Además de lo extraordinario del relato, fundamentalmente porque los animales feroces junto con el hombre “indefenso” que los enfrenta, atraen por sí mismos; este relato posee múltiples aplicaciones para nuestras vidas. Tomemos un momento para examinar nuevamente la fe de una persona tan común como tú o como yo.

Daniel era un hombre de oración, y esta es una tarea permanente durante toda la vida.  Para el momento del relato tenía al menos 80 años; no obstante, tenía la buena costumbre de arrodillarse 3 veces al día, orar y dar gracias a Dios (Daniel 6:10).  Había sido un hombre de oración desde su juventud en Jerusalén, hasta los 65 años que pasó en Babilonia.

Se trababa de un hombre de fidelidad innegable.  Cuando lo lanzaron al foso de los leones, el rey Darío dijo: “… ¡Tu Dios, a quien tú continuamente rindes culto, él te libre!”.  Con esta declaración podemos comprobar que el testimonio de Daniel y su confianza en Dios, era conocida por todos (Dan.6:1-4), incluso por el rey quien quería que la gente lo adorara a él y no a Dios.

Dios recompensa la fidelidad, y en este caso es claramente obvio; Daniel fue liberado “porque había confiado en su Dios” (Dan.6:23).  Como resultado de ello, el rey Darío aconsejó a su pueblo que pusieran su fe en el Dios de Daniel, quien en adelante fue prosperado (Dan.6:28).

  1. Si hoy te encuentras pasando por “un foso lleno de leones hambrientos”, recuerda la fidelidad de Daniel e imítala, confía en el Dios en quien has creído, no estás solo, ni desamparado.
  2. Dios prueba nuestra fe, para que podamos crecer en nuestra relación con Él.

HG/MD

“Entonces los ministros y los sátrapas buscaban hallar pretexto contra Daniel en los asuntos del reino, pero no podían hallar ningún pretexto o corrupción, porque él era fiel. Ninguna negligencia ni corrupción fueron halladas en él” (Juan 16:33)

Créditos imagen: Seeds of Faith