Lectura: Daniel 3:1-18

Recuerdo una lección que recibí hace muchos años en la iglesia, el tema de la lección versaba sobre amar a Dios a pesar de las circunstancias.  Amar a Dios es sencillo cuando todo va bien y tenemos lo que deseamos, pero amarlo cuando se nos presentan situaciones complicadas, es una verdadera prueba de nuestra fe.

La lección al igual que nuestra lectura bíblica, tenía como base la historia que encontramos en Daniel 3, donde se escribe la vivencia de 3 valientes hombres llamados Sadrac, Mesac y Abed-nego, los cuales estaban ante una encrucijada, seguirían con vida si se postraban y adoraban la imagen de oro, pero de no hacerlo morirían.  Ellos le contestaron de esta forma al rey Nabucodonosor: “Si es así, nuestro Dios, a quien rendimos culto, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.  Y si no, que sea de tu conocimiento, oh rey, que no hemos de rendir culto a tu dios ni tampoco hemos de dar homenaje a la estatua que has levantado” (Daniel 3:17-18).

Algunos piensan que quizás estos 3 hombres dudaron un poco de su fe cuando dijeron: “Y si no…”  Pero esto no debe interpretarse de esa forma, ellos tenían una confianza plena en su Dios; si los libraba serían una prueba viviente de su poder y si no, estarían ese mismo día ante su Señor al vencer la prueba máxima de la fe: dar la vida por sus creencias.

Por supuesto, hay muchas lecciones prácticas que podemos aprender de esta historia al responder a estas sencillas preguntas: ¿Es Dios todopoderoso? Si.  ¿Puede librarnos de todos nuestros problemas?  Si. ¿Nos librará siempre de todas nuestra dificultades? No.

Puede ser que nunca lleguemos a entender plenamente el propósito de Dios, especialmente cuando atravesamos dificultades y sufrimientos, pero esa no es una razón para dejar de amarlo.  Debemos confiar y esperar en Él a pesar de que parezca que las pruebas no tienen solución.  Dios, es el Dios de las imposibilidades.

  1. La fe genuina sigue firme cuando la liberación parezca distante.
  2. Puedes confiar en el Dios de las imposibilidades y descansar en Él cuando todo acabe.

HG/MD

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera; he guardado la fe.” (2 Timoteo 4:7).