Lectura: Lucas 11:1-10

Me contaba un amigo que una mañana cuando estaba saliendo de su casa, su esposa le dijo: “No te olvides de orar por Lucía.  Tiene un examen difícil hoy”.  No es raro que su esposa le recuerde una cosa así antes de marcharse.  Él le dijo: “No te preocupes, estaré en el club de la oración”.

En realidad, todos necesitamos estar en el club de la oración todo el tiempo.  Cuando lo hacemos, seguimos la buena costumbre de los miembros del club de oración, tal como Daniel, quien oraba a pesar de la oposición (Daniel 6:10); Ana, la viuda quien oraba noche y día (Lucas 2:36-37); Pablo quien oraba por sus amigos en Roma (Romanos 1:9); y Cornelio, un soldado temeroso de Dios, el cual cumplía doblemente su obligación orando constantemente (Hechos 10:1-2).

La Palabra de Dios contiene las pautas para estar el en club de la oración.  Algunas de ellas son:

  • Orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17)
  • Ser constantes en la oración (Romanos 12:12).
  • Orar en la tarde, en la mañana y a mediodía (Salmos 55:17).
  • Orar siempre y no desmayar (Lucas 18:1).

No es difícil encontrar suficientes cosas por las que orar.  Dondequiera hay necesidades.  Lo difícil es cumplir cabalmente con nuestro compromiso de orar.  Recuérdate a ti mismo en el transcurso del día que tienes un trabajo quehacer.  Hay personas que cuentan contigo.  Estás en el club de la oración.

  1. La oración frecuente dará como resultado la oración ferviente.

 

  1. ¿Qué esperas? Habla con Dios, Él siempre está disponible para ti.

NPD/JDB