Lectura: Romanos 15:1-13

Se cuenta de un ministro que fue a una caballeriza, donde alquilaban caballos para dar paseos por sus instalaciones, las cuales incluían senderos con bellos parajes.  En cuando llegó al lugar le hizo al encargado una solicitud muy especial: “A mi esposa le encantan los caballos, y quiero llevarla a dar un paseo por sus senderos al lado del lago que tienen”.

El encargado de la caballeriza lo llevó a ver un impactante animal y le dijo: “Este es el caballo que está buscando, es dócil, inteligente, está bien entrenado, es obediente, responde a las órdenes, no patea, no se levanta sobre sus dos patas, no muerde, vive para el servicio de quien se monte en sus lomos, en fin es el caballo perfecto. El ministro se acercó al encargado y le dijo en tono de broma: “¿Cree que podría convencer a ese caballo para que se haga miembro de mi iglesia?”

Sin lugar a dudas, nuestras iglesias serían más efectivas, si todos tuviéramos esas cualidades.  La mayoría de nosotros solamente vivimos para satisfacer nuestros propios deseos, y nos olvidamos de hacer el bien a los demás.  En esta misma línea el apóstol Pablo nos hace la siguiente recomendación con respecto al servicio: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación” (Rom.15:2).

Este principio del servicio, es cada vez más sencillo de incorporar a nuestras vidas, en el tanto y el cuanto vayamos creciendo en la gracia de nuestro Señor, lo cual producirá que pensemos cada vez más en las necesidades de los demás.  Es por ello que en nuestra vida de iglesia, debemos luchar por cambiar la mala costumbre de pensar solo en nuestros intereses; por el contrario debemos estar dispuestos a postergar la satisfacción de nuestras “necesidades” en función de buscar el bien de otros.

El supremo ejemplo de servicio lo tenemos en nuestro Señor: “Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres (Fil.2:5-7).

  1. ¿Eres un siervo o un tirano?
  1. ¿Qué clase de iglesia sería la mía, si todos sus miembros fueran como yo?

HG/MD

“Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación” (Rom.15:2).