Lectura: Marcos 5:1-20

Luego de una conversación con un escéptico respecto a las normas morales de la Biblia, me di cuenta que él seguía sin convencerse.  Debido a ello supe que era necesario utilizar otro tipo acercamiento, entonces le pregunté si conocía a personas crueles y tacañas, que se hubieran vuelto amables y abnegadas cuando se convirtieron a Cristo.  Su expresión cambió completamente cuando respondió que sí, e incluso también admitió que estas personas habían causado un gran impacto en su vida y en las muchas otras personas con su manera de ser.

Hace muchos años, el encargado de una misión que trabajaba para que personas de la calle, tuvieran una nueva oportunidad en su vida, aceptó el desafío de debatir con un conocido escéptico, con dos condiciones, la primera que él llevaría a personas para que contaran, de qué forma había cambiado sus vidas el creer en Jesús.  La segunda condición fue que la contraparte iría acompañado por 10 personas que mostrarían los beneficios de no creer o que hubieran salido de los vicios gracias a su incredulidad.  Basta con decir que aquel lugar fue ocupado por 100 personas, que dieron su testimonio sobre la experiencia de vivir una nueva vida gracias a nuestro Señor.

Debemos estar preparados para dar una respuesta razonable, a cualquier persona que nos pregunte acerca de la esperanza que tenemos en Cristo (1 Pedro 3:15).  Siempre es necesario recordar que nuestro carácter y conducta como creyentes, seguirán siendo parte de los argumentos más fuertes para defender la veracidad de nuestra fe.

En la lectura que hicimos hoy en Marcos 5, el Señor le dijo al hombre que había estado poseído por demonios, que le era necesario que regresara a su casa, a sus amigos, para que otros pudiesen ver lo que Jesús había hecho por él, y cuanta misericordia había recibido sin merecerlo (Marcos 5:19).

  1. ¿Con qué frecuencia le cuentas a otros lo que Dios ha hecho por ti? Si se te hace difícil recordarlo, entonces necesitas comprender cuanto amor y perdón inmerecido has recibido.

 

  1. Si conoces a Cristo, querrás también que otros lo conozcan.

HG/MD

“Más bien, santifiquen en su corazón a Cristo como Señor y estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia” (1 Pedro 3:15).