Lectura: Filipenses 2:12-16

Hay un eslogan muy popular en estos días que dice: “Si te gusta, hazlo”, esto es puro hedonismo (es la filosofía que dice que el placer es el mayor bien del hombre).  Aunque la mayoría de placeres en sí mismos no son malos, el hecho de que nos dejemos dominar por los placeres, nos puede llevar al caos moral y espiritual, si el Espíritu de Dios no nos controla.

Tomemos como ejemplo el anhelo natural de la intimidad física, emocional y espiritual; todos la deseamos y necesitamos, pero todo tiene un tiempo; por ejemplo, si dejamos que nos controle el deseo de tener intimidad con otra persona, pero aun no nos hemos casado, de seguro finalmente este deseo producirá mucho dolor y sufrimiento.  Es natural para el ser humano procurar el placer y evitar el dolor, por lo que es fácil creer que si algo nos gusta, no puede ser malo.   Pero los sentimientos NUNCA son una guía confiable para la moralidad.

Puesto que todos somos seres humanos pecadores, necesitamos un buen deseo global que sea más fuerte que cualquier otro.  Cuando experimentamos el amor de Dios mediante nuestra fe en Jesús, algo que naturalmente nace dentro de nuestro ser, es el deseo de amar y agradar a Dios debido a todo lo que Él ha hecho por nosotros.  Ese deseo puede debilitarse a veces, sobre todo cuando otras pasiones piden a gritos que se las satisfaga.  Mas sin embargo, el Señor siempre está obrando en nosotros “porque Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el hacer para cumplir su buena voluntad” (Fil.2:13).

  1. Cuando en verdad seamos conscientes de que Dios siempre quiere nuestro bien, entonces querremos de todo corazón, vivir para su gloria.

 

  1. Y cuando comprendamos esto seremos verdaderamente libres para servirle.

HG/MD

“Hagan todo sin murmuraciones y contiendas,  para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo.” (Fil. 2:14-15)