Lectura: Salmos 89:1-18

En una entrevista de televisión, un empresario de gran éxito admitió que él es una persona con profundos miedos.  Habló con respecto a algunas de sus mayores preocupaciones, tales como un holocausto nuclear, una colisión cósmica, un desastre ambiental, o una plaga fuera de control pudiera acabar con toda la vida tal y como la conocemos.

No comparto el temor desmedido sobre una catástrofe natural a nivel global o con alguna responsabilidad netamente humana que desencadene el fin de la historia humana.  Creo firmemente que Jesucristo regresará a esta tierra como lo dice su Palabra (1 Tes.4:13-18).  Pero como nadie sabe exactamente cuándo ocurrirá esto, no debería ser motivo de temores sobre lo que no tenemos control, embargo en ese ínterin no tenemos ninguna garantía de que una catástrofe a gran escala no ocurrirá. Y sabemos que las armas nucleares están en manos de muchas naciones y que existen muchos grupos extremistas con deseos de poder utilizarlas.  Además si existe la posibilidad de una plaga muy mortífera. Y la tierra tiene evidencias de haber sido dañado por meteoritos.

Estos hechos no deben inquietarnos, porque al igual que el salmista conocemos al Señor y caminamos en la luz de Su presencia (Sal. 89:15).  Podemos estar serenos y confiados, pues sabemos nada sucederá a menos de que Él lo permita, y en última instancia, si morimos iríamos a estar con Él en el cielo (Fil.1:21-23).  Además nosotros podemos decir con el salmista: “Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos y las montañas se derrumben en el mar.” (Salmos 46:2).

1. ¡Cuán maravilloso es el Dios que da paz, a aquellos que confían en Él!

2. La preocupación termina, donde comienza nuestra fe en Dios.

NPD/HVL