Lectura: Génesis 45:1-15

Era el año 1964, se trataba del último fin de semana de la temporada de Béisbol; pero ese no era un día cualquiera, Dave Wickersham estaba a punto de romper un record, pues tenía 19 victorias en la temporada, pero eso no sucedió.

Luego de una difícil jugada, Wickersham tocó al árbitro en el hombro para pedirle un breve descanso, y no recordó que en esos días era totalmente prohibido tocar a un árbitro, por lo tanto el réferi de apellido Valentine lo expulsó, privándolo de la oportunidad de ganar el juego número 20.

Durante casi 40 años Valentine se reprochó aquella decisión que tomó en fracciones de segundo, y que le truncó la posibilidad a aquel gran lanzador, de alcanzar la fama.

Wickersham se enteró del sentimiento de culpa que tenía Valentine y decidió escribirle una carta, donde le decía que no tenía por qué sentirse mal, pues había tomado una decisión acorde al reglamento y él sabía que no hubo premeditación de su parte.  Esa nota le quitó un gran peso de encima a aquel árbitro retirado.

En nuestra lectura devocional, José les quita el peso de culpa a sus hermanos, quienes lo habían vendido como esclavo y habían dicho a sus padres que él se encontraba muerto; esto sin duda es más grave que una expulsión intempestiva.  Pero José muestra lo que había en su corazón, el perdón que sólo los que conocemos a Dios podemos extender sin guardar rencor, debido que hemos experimentado el amor de Dios y recibido su perdón inmerecido.

  1. ¿Existe alguien que necesite escuchar de tus labios una palabra de perdón, alguien que se sentiría mejor si lo perdonaras? No lo pienses tanto, es una decisión de fracciones de segundos.
  2. Un suelo lleno de raíces de amargura, necesita el arado de la gracia de Dios para limpiarlo y prepararlo para el crecimiento.

HG/MD

“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12).