Lecturas: Mateo 26:69-75; Marcos 14:66-72; Lucas 22:55-62; Juan 18:17-27

Mientras Jesús era víctima del primer interrogatorio por parte de las autoridades religiosas, Pedro iniciaba su propio padecimiento. En tanto se calentaba con el fuego de la fogata, a él también le harían preguntas directas con respecto a su relación con Jesús, pero no las autoridades sino las personas que le rodeaban y la primera fue de parte de quien le dejó entrar en la casa de Anás, la criada o portera: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?”.  Pese que la criada no tenía autoridad y por tanto no representaba un peligro real para él, Pedro rápidamente y sin reparo contesta que no.

Mientras esto sucedía Jesús recibía su primer golpe de parte de un guardia del templo, Jesús pregunta por qué está siendo golpeado, si todo lo que ha dicho es correcto.

En medio de la fogata le deviene el segundo interrogatorio a Pedro, esta vez por los que están calentándose con él.  “¿No eres tú también uno de sus discípulos?”, le preguntaron.  “Se te nota por tu acento” le insistieron; lo decían por su acento rural galileo.  Pedro no había entendido; debía irse de ese lugar o mostrar valentía y decir que sí conocía a su Maestro, que era uno de los valientes galileos que le había seguido como su discípulo.  Su respuesta sin embargo, nuevamente fue una rápida negativa: “No lo soy”.

En forma casi inmediata, un familiar de Malco, le pregunta: ¿Acaso no te vi en el huerto con él?”  En lugar de haber ido donde se estaba haciendo el juicio y dar testimonio sobre el Señor, empezó a decir maldiciones sobre si no era cierto lo que decía, dejando que el pecado le dominara nuevamente y negando por tercera vez a Jesús. En ese momento el gallo canta y Pedro llora amargamente y recuerda lo dicho por el Maestro hacía tan sólo unas horas.

Lucas 22:61 relata que Jesús miró a los ojos a Pedro en ese mismo instante, lo cual debió magnificar el ya insufrible sentimiento de vergüenza. “Y saliendo fuera”, de la casa de Caifás, “lloró amargamente”. El verdadero Pedro es visto no en su traición, sino en su arrepentimiento. Este relato nos recuerda no solo nuestra propia debilidad, sino también la riqueza de la gracia divina.

  1. Esto nos debe recordar la fragilidad humana y nuestra tendencia carnal hacia el pecado, para lo que debemos estar alertas, no confiados en nuestras propias fuerzas, sino en las que Dios nos puede brindar.
  1. Si este caso lo hubiésemos estudiado desde un punto de vista puramente humano, Pedro estaría totalmente descartado para cualquier plan de corto o largo plazo, por pérdida de confianza; más vemos que con Dios las cosas no funcionan así, tan sólo unos meses después Pedro se convierte un baluarte de la iglesia de Jerusalén.  ¡Cuán diferente es la forma en la cual Dios actúa con sus siervos y siervas!

MD/HG

Jesús: Interroguen a mis testigos. “¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije” Juan 18:21

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.