Lectura: Filipenses 4:1-7

La Biblia no nos dice porque Evodia y Síntique, se estaban quejando una de la otra.  Sin embargo, conociendo como nos comportamos los seres humanos, pudo ser que la diferencia entre estas dos mujeres iniciara por algo muy pequeño, que escaló rápidamente a una situación preocupante para la iglesia de Filipos, al punto que la situación llegó a oídos del apóstol Pablo quien les dedica estas líneas como llamado de atención: “Ruego a Evodia, y ruego a Síntique que se pongan de acuerdo en el Señor” (Fil.4:2).

No sabemos si finalmente estas mujeres estuvieron dispuestas a romper el ciclo de odio, pidiéndose disculpas y ofreciéndose mutuamente su perdón, pero la intención de Pablo era precisamente esa.

Las cosas no han cambiado mucho desde ese entonces. En nuestras iglesias todos hemos sido testigos de familias que habiendo sido amigas en un tiempo, terminaron sentándose en lugares opuestos del templo o hasta decidieron irse con tal de no ver más a las otras personas; algunas de esas peleas van desde no ponerse de acuerdo sobre el lugar donde servir café al final del servicio, el tipo de limpiador que se utiliza para abrillantar los pisos, o el color que deben tener las paredes de la iglesia.

Es sumamente triste cuando hermanos en Cristo se dividen sobre un asunto sobre el cual no logran ponerse de acuerdo y la mayoría de las veces pasan meses o incluso años, para que una de las partes dé el primer paso para reconciliar la amistad; lo más triste es que en ocasiones nunca más vuelven a tener confraternidad entre sí.

Para dar ese primer paso y restaurar relaciones, se necesita humildad y gracia.  El Señor quien es benigno, nos dará la gracia suficiente y nos capacitará para dar ese primer paso hacia la reconciliación, después de todo a eso hemos sido llamados: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación” (2 Cor.5:18).

  1. ¿Qué esperas? Toma tú la iniciativa. Reconcíliate con tu hermano, amigo, padre, madre, hija, o ser querido.
  1. No dejes que la carga del resentimiento te carcoma, deposita tu dolor en Cristo, y acepta Su perdón, así iniciaras el camino hacia la verdadera paz. “La paz les dejo, mi paz les doy. No como el mundo la da yo se la doy a ustedes. No se turbe su corazón ni tenga miedo” – Juan 14:27.

HG/MD

“Ruego a Evodia, y ruego a Síntique que se pongan de acuerdo en el Señor” (Fil.4:2)