Lectura: Judas 17-23

El notable abogado William Jennings Bryan (1860-1925), acudió donde un artista para que le hiciera un retrato.  El artista, con un poco de pena le dijo: ¿puedo hacerle una consulta señor Bryan?  Por supuesto contestó; ¿Por qué lleva el cabello sobre sus orejas?  El abogado le contestó: “Para serle honesto hay una historia de amor detrás de eso.  Cuando comencé a salir con la que ahora es mi esposa, ella me hizo una observación, me dijo que le resultaba curioso lo sobresalientes que eran mis orejas.  Así que entre vergüenza y conquista, decidí que dejaría crecer mi cabello a los lados para que con un adecuado corte cubriera mis llamativas orejas.

El artista insistió: “Pero eso debió haber sido hace ya bastantes años, ¿por qué no se lo corta ahora?”  El señor Bryan le contestó acompañado por un guiño: “¡Porque aún sigue el romance!”

Cuando inició tu relación con Jesús, las emociones estaban a flor de piel, incluidos el agradecimiento y el entendimiento de que si no fuera por nuestro Señor aún estaríamos muertos y sin vida.  “En cuanto a ustedes, estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia” (Efes. 2:1-2).  Tu corazón estaba rebosante de amor por nuestro Señor y anhelabas vivir de acuerdo con su voluntad.   Pero, ¿sigue el romance en tu relación personal con Cristo?

Desgraciadamente, en muchos casos a medida que van pasando los calendarios, el primer amor y anhelo por estar cerca de Dios va disminuyendo.  Es por ello que debemos tomarnos muy en serio las palabras de la epístola de Judas verso 21: “consérvense en el amor de Dios, aguardando con esperanza la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”.

Nuestro Señor utilizó palabras similares: “Como el Padre me amó, también yo los he amado; permanezcan en mi amor” (Juan 15:9).   Mientras más tiempo pasemos con Él y aprendamos sobre su voluntad para nuestras vidas por medio de su Palabra, más desearemos agradarle y  amarlo cada día por la misericordia con que se acercó a nosotros.

  1. Enamórate cada día más del Señor, habla con él, lee y medita diariamente en las enseñanzas que encontramos en su Palabra para nuestro tiempo, y únete a otros que también quieran aprender y compartir lo que Dios ha hecho en sus vidas.
  2. Una forma de renovar tu amor por Dios, es repasar el amor de Cristo por ti.

HG/MD

“Nadie tiene mayor amor que este: que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13)