Lectura: Filipenses 3:4-21

Un popular cantante de rap, que murió en 1995 a la edad de 31 se enorgullecía del lenguaje profano y las imágenes violentas de sus producciones. Si hubieras escuchado su música en ese momento, tendrías la sensación de que él estaba sacudiendo su puño contra Dios.

Es una historia trágica. La filosofía de vida atea del cantante le privó de la esperanza y lo llevó a un estilo de vida que le causó la muerte a una temprana edad.  Pero mucho peor que una muerte temprana es el hecho de que el juicio de Dios espera a todos los que lo rechazan (Fil. 3:19).

El apóstol Pablo, aunque era un hombre muy religioso en su temprana edad, también estaba en un camino de auto-destrucción hasta que el Señor en Su gracia y misericordia le puso de rodillas (Hechos 9). Después de que él puso su confianza en Jesús y aceptó el regalo de la salvación, Pablo tuvo una visión muy diferente del propósito de la vida.  Ahora veía a Jesús como su única esperanza, y su más alta meta era llegar a ser como Cristo (Fil. 3: 7-14.).  Podía enfrentar la muerte sin temor porque él esperaba con interés y anhelo la conclusión de sus días en el mundo, pues él estaba convencido de su destino final al escribir: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador.   Él tomará nuestro débil cuerpo mortal y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él. Lo hará valiéndose del mismo poder con el que pondrá todas las cosas bajo su dominio.” (Fil.3:20-21).

¡Qué contraste! El camino del hombre natural sin Dios produce comportamientos nocivos,  que terminan en mal y en destrucción.  El camino de Dios promete la paz interior, la victoria sobre los pecados que esclavizan, y como recompensa final la eternidad en el cielo con Dios.

1. ¡La opción correcta es obvia!  ¿Pero tú, ya has hecho la decisión?

2. Los caminos del hombre llevan a formas que vislumbran un desesperado y trágico final,  el camino de acuerdo a Dios nos conducirá a la esperanza sin fin.

NPD/HVL