Lectura: Juan 9:1-7,13-27

Estás de vacaciones y la noche se acerca. Puedes ver un buen hotel de paso y decides parar. El dependiente te dice que existe una habitación disponible, y te da una tarjeta para llenar. Sin dudar anotas tu nombre, dirección, número de teléfono y número de licencia. Dependiendo de la forma de pago, también tendrás que revelar tu número de tarjeta de crédito. Has dado una gran cantidad de información vital y sin pensarlo dos veces.

Al hablar de esto en un sermón, un predicador observó cuán fácil es para nosotros entregar a las personas todo tipo de información vital, sin embargo, a menudo es difícil para nosotros decirles que somos creyentes en Jesucristo. Sin duda y lo más importante de nosotros que merece ser revelado y compartido, es lo que Jesús ha hecho por ti y por mí. De hecho fuimos comisionados a decirle al mundo acerca de nuestro Salvador (2 Corintios 5:20).

En Juan capítulo 9, el hombre sanado de la ceguera testificó claramente lo que le había sucedido: Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo” (v.25). Jesús es el que lo había hecho por él. Del mismo modo, la Luz del mundo ha eliminado nuestra ceguera espiritual a través de la fe. Él es nuestro Salvador y ahora podemos ver.

1. Damos una gran cantidad de información vital acerca de nosotros mismos. No hay que tener miedo de decir a los demás lo más importante acerca de nosotros: ¡Somos creyentes en Jesucristo!

2. ¿Por qué muchos creyentes tienen miedo de testificar? ¿Quién te habló acerca de Jesús? ¿Qué te hubiera pasado si no te hablan de Jesús? ¿Crees que Dios te ayudará mientras hablas en Su nombre?

3. Dios anhela hacer por los demás, lo que Él ha hecho por ti.

NPD/DCE