Lectura: Mateo 9:9-13

Una de las tantas noches en las que Jesús estuvo entre nosotros, se encontraba cenando con “muchos publicanos y pecadores que habían venido y estaban sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos” (Mateo 9:10).  Por esta y otras actitudes, los líderes religiosos de ese tiempo se escandalizaron debido a su ministerio.  Su rápida conclusión fue Jesús era un amigo de pecadores, como si eso fuera algo malo o insultante, pero la verdad es que así era, un amigo de pecadores (Mateo 11:19). Debido a que “… el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).

Lo que no entendían esos líderes religiosos, era que Jesús a pesar de ser amigo de personas de muy dudosa reputación, se mantuvo moralmente estable y nunca participó de sus pecados; no se apartó físicamente de las personas, sino que pasaba tiempo con ellos y les demostraba que verdaderamente quería ser parte de sus vidas, siendo un verdadero amigo.

Al igual que Jesús, los creyentes no debemos evitar el contacto con las personas con quienes comúnmente nos encontramos en nuestras vidas diarias.  Tertuliano (160 d.C. – 220 d.C.) el reconocido escritor romano, describió la relación que existía entre los creyentes y no creyentes de su época de la siguiente forma: “Vivimos entre ustedes, comemos la misma comida, usamos el mismo tipo de ropa… vivimos con ustedes en el mundo, no dejamos de ir al foro, ni al mercado, ni al baño, ni al taller, ni al mesón… Cultivamos la tierra con ustedes, participamos de las mismas empresas”.

  1. Cada creyente tiene el privilegio y deber de buscar a los perdidos, tal y como Jesús lo hacía. Para ello debe tener un plan premeditado que necesitará una cuota importante de esfuerzo, y es por esta razón que de vez en cuando debe preguntarse: ¿Cuántos amigos no creyentes tengo para compartir mi testimonio y fe en Jesús?
  2. Ser un amigo de Jesús, implica ser amigo de pecadores.

HG/MD

“Ha venido el Hijo del Hombre que come y bebe, y dicen: “¡He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores!” (Lucas 7:34).