Lectura: Salmos 30:1-12

Se cuenta la historia sobre un buen ministro de Dios que pasó por una depresión, debido a una situación personal que estaba viviendo.

Un día su esposa se vistió de negro como si fuera a asistir a un funeral, el hombre le preguntó intrigado: ¿Quién murió?  La respuesta de su mujer lo dejó totalmente perplejo: “Dios”. El hombre inmediatamente respondió lleno de horror: “¿Cómo que murió Dios? ¿Cómo puedes decir una cosa como esa?” Llena de serenidad le contestó: “Yo sólo digo lo que tú estás viviendo”.

Al oír esto inmediatamente entendió lo que su mujer le quería decir con su creativa ilustración, ciertamente estaba viviendo como si Dios ya no estuviera vivo, pues con su actitud derrotista mostraba a otros que su fe en Él no era tan fuerte, estaba dejando que las circunstancias dominaran sus acciones en lugar de confiar en la providencia divina.  Al entender esto, aceptó que necesitaba ayuda de otras personas para lidiar con sus problemas, y sobre todo comprendió que no estaba siendo constante con su fe en Cristo.

Al igual que este hombre, es normal que en algunas ocasiones nos entristezcamos con las circunstancias problemáticas de la vida, y por ello actuemos como si nunca hubiéramos conocido a Dios como nuestro Salvador, o como si en realidad hubiera muerto o no existiera.

Cuando esto ocurre podemos recurrir a la oración para hablar con Dios, contarle lo que sentimos y sobre nuestros problemas.  También podemos leer su Palabra, por ejemplo los Salmos, en ellos encontramos a escritores quienes también vivieron situaciones sombrías y podemos aprender sobre como salieron de ellas; el factor común es la gratitud, por ejemplo el rey David escribió: “Has convertido mi lamento en una danza; quitaste mi vestido de luto y me ceñiste de alegría. Por eso mi alma te cantará y no callará. Oh Señor, Dios mío, te alabaré para siempre.” (Salmos 30:11-12).

  1. Ser agradecidos no es una forma de negar nuestros problemas, significa que podemos ver las situaciones adversas desde la perspectiva de Dios; son oportunidades para descubrir su amor.
  2. En lugar de quejarte por las espinas de las rosas, agradece porque se asoman en medio de las espinas.

HG/MD

“Por eso mi alma te cantará y no callará. Oh Señor, Dios mío, te alabaré para siempre” (Salmos 30:12)