Lectura: Colosenses 4:2-13

Una misionera en Haití recibió de su médico la noticia de que podría tener cáncer.  Le hicieron una biopsia y la mandaron a analizar.  Mientras esperaba los resultados se sentía llena de temor y no podía encontrar la paz.

Entonces, una noche, su ansiedad desapareció de repente como el vapor del café que disfrutaba.  Sintió la convicción profunda e inefable de que el Señor cuidaría de su esposo y de sus hijos y satisfaría sus necesidades emocionales, independientemente de cuál fuera el resultado.

Mientras meditaba en eso, recordó que era miércoles por la noche, noche de oración en su iglesia en los Estados Unidos.  También rememoró la promesa de oración por parte de sus amigos que habían recibido la noticia de la potencial crisis.  Estos hechos convencieron a esta fiel misionera, de que Dios le había dado una oportunidad de percibir la respuesta a sus oraciones que otros habían hecho por ella, ahora estaba segura de que cualquiera que fuera la respuesta, había hallado paz en el Señor.  Luego de unas semanas recibió el informe médico con las maravillosas nuevas de que no tenía cáncer.

Este incidente de la vida real lleva consigo un recordatorio necesario a todos los que somos creyentes.  El énfasis que se le da a la oración en Colosenses 4, destaca la clase de apoyo que deberíamos darnos mutuamente.

  1. Oremos por las necesidades de los demás y luego estemos atentos y aceptemos la voluntad del Señor, ya sea que su respuesta sea afirmativa, negativa o de espera.
  1. Para influir en la gente respecto a Dios, ora a Dios por la gente.

NPD/MRD