Lectura: Mateo 13:18-23

Una vez leí sobre una curiosa noticia, que hablaba de dos mujeres que estaban enemistadas, una de ellas recibió de la otra un extraño regalo mediante un servicio de entrega a domicilio, se trataba de un pequeño cocodrilo en una caja.

Cuando la mujer abrió la caja se asustó, pero de inmediato supo que el pequeño animal no le haría daño, así que después de pensar un poco en la situación, decidió que al día siguiente lo entregaría a una protectora de animales, y que por el momento lo dejaría en su bañera. Luego de dejarlo allí salió de su casa pues tenía una cita que no podía postergar.

Cuando regresó en la noche, se encontró una nota de la persona que la ayudaba con la limpieza de su casa, decía más o menos lo siguiente: “Estimada señora, lo siento pero tendré que dejar de trabajar para usted.  No trabajo en casas donde haya cocodrilos.  Se lo hubiera dicho cuando comencé, pero nunca me imaginé que me encontraría con uno”.

Algunas personas dicen que servirán a Cristo, pero desisten de seguirlo tan pronto como se presentan los problemas.  En la muy conocida parábola del sembrador, el Señor nos describe las diferentes respuestas que las personas tienen cuando son expuestas al evangelio, entre ellas una persona que parece que oye la Palabra de Dios y en principio lo sigue, pero su débil creencia se destruye en el momento que vienen los tropiezos y dificultades (Mateo 12:20-21).  Esas circunstancias prueban la sinceridad de la fe y evidencian el compromiso con Dios.

Quizás alguien pueda decir: ¿No debería nuestro Señor advertirnos desde el principio qué involucra seguirlo?  El problema con este cuestionamiento es que sí lo hizo, como ejemplo de ello podemos mencionar estas dos citas: Mateo 10:34-39 y Lucas 14:25-35.

  1. Cuando la vida nos enfrente a lo inesperado y sintamos el deseo de darnos por vencidos, podemos recurrir a Dios para que nos acompañe en este camino difícil.
  2. Los tiempos difíciles nos enseñan a confiar en Dios.

HG/MD

“Y cualquiera que no toma su propia cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27)