Lectura: Isaías 55:6-13

En varias prisiones de máxima seguridad lo conocían como “Celda vacía”, pues tenía la fama de escaparse de las mejores prisiones.  Entre sus escapes pasó al menos 20 años tras las rejas.

“Celda vacía”, quien tenía por nombre Luis, dio su testimonio una mañana ante el grupo de creyentes, que se organizaban para reunirse en la prisión donde se encontraba cumpliendo su sentencia por robo y múltiples escapes. Dentro de lo que dijo, en lugar de enfocarse en su trayectoria delictiva, les contó sobre su vida antes de que se desordenara su vida; se había criado en un hogar de creyentes, pero durante la juventud se había revelado y rechazado su fe.

El agradeció a su esposa, quien también pudo acompañarle ese día, ella había decidido permanecer con él a pesar de todas sus locuras, orando fervientemente por un cambio en la vida de su esposo.   Prosiguió su testimonio y contó, como una noche solitaria de cárcel, había entendido que sus errores y “escapes” no lo llevaban a ningún lugar correcto, recordó su infancia y las palabras de su maestra en la iglesia. Al compartirles el mensaje de salvación, esa noche Luis decidió genuinamente, empezar a seguir a Jesús como su Señor y Salvador.

Luis motivó a los familiares de privados de libertad que también estaban ahí, para que siguieran orando por ellos, ya que Jesús tiene el poder para cambiar hasta la persona más pecadora. Dio gracias a Dios por aquella mujer que compartió el evangelio con él aquella mañana, e instó a los otros privados de libertad, para que también compartieran el poderoso mensaje de Salvación con sus compañeros de celda.

El perdón de Dios es abundante para todo aquel que acuda a Él (Isaías 55:7), su poderosa Palabra puede producir cambios en nuestras vidas (Isaías 55:11), dando libertad a hombres y mujeres de la cárcel del pecado (Juan 8:32), llenando tu vida con Su gracia (Romanos 5:20).

  1. ¿Estás a punto de desistir de orar por alguien quien crees que nunca va a cambiar? ¡Sigue orando!
  2. Cuando creas que no hay nada más que hacer, déjaselo a Dios.

HG/MD

“Así será mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo cual la envié.” (Isaías 55:11).