Lectura: Proverbios 1:7-9,20-33

En las selvas del este de Sri Lanka, 15 soldados de una unidad de comando del gobierno fueron salvados por dos perros adoptados como mascotas. De acuerdo con un informe de prensa, los soldados estaban completando una caminata de 10 millas cuando sus perros intuyeron el peligro. Corrieron en dirección a un pozo de agua donde la unidad tenía previsto descansar, los perros comenzaron de repente a ladrar y empezaron a dar círculos alrededor de la zona. Las tropas buscaron cuidadosamente y encontraron 12 granadas enterradas unidas por un alambre a un gatillo.

Es interesante pensar en esas dos mascotas selváticas tenían sus sentidos en sintonía con el olor del peligro. Los soldados escaparon de lesiones graves e incluso de la muerte debido a que escucharon los ladridos de perros.

Es preocupante darse cuenta, sin embargo, que a veces tendemos a dar menos credibilidad y la atención a los protectores más fieles. ¿Cuántas veces hemos desestimado advertencias de un padre o los consejos de una madre? ¿Cuántas veces nos hemos sentido cansado por las advertencias pastorales o del llamado de precaución de un compañero creyente?

A pesar de eso nuestro lo sabio y amoroso Dios, nos continua enviando a sus mensajeros a susurrarnos, a declararnos, a veces, a aullar con respecto a los peligros ocultos, los cuales pudieran hacernos graves daños a nuestra vida física y espiritual.

1. Seamos prudentes y escuchemos las advertencias.

2. Pensemos un momento, ¿Nos molesta que nos digan lo que tenemos que hacer? ¿Por qué? ¿Quiénes son algunas personas sabias de las cuales puedo aprender? ¿Cuándo he escuchado la advertencia de alguien y debido a ello he evitado un problema?

3. Si quieres ser sabio, escucha a Dios y las personas sabias a tu alrededor y aun a las que parecen que te están ladrando.

NPD/MDH