Lectura: Mateo 4:1-11

Los apasionados del béisbol recordarán a Kirby Puckett, quien murió repentinamente en el 2006. Él llevó a los Twins de Minnesota a la victoria en los campeonatos de 1987 y 1991. Aun cuando otros equipos le ofrecieron contratos más grandes, él se quedó con los Twins durante toda su carrera. Cuando a Puckett le diagnosticaron glaucoma en 1996, su carrera terminó abruptamente.

Durante su instalación en el Salón de la Fama del Béisbol en el 2001, Puckett recordó las dificultades que tuvo que enfrentar durante los años de su crecimiento. Su vehemencia por convertirse en un jugador profesional de béisbol se vio muchas veces sujeta a la tentación. Los traficantes de drogas y los miembros de las pandillas repetidamente lo invitaban a unirse a su estilo de vida destructivo. Pero siempre que la tentación lo atraía, Kirby recordaba que tenía un llamado más elevado -el béisbol.

Aunque se nos insta a que «vivamos de una manera digna de la vocación con que hemos sido llamados» (Ef. 4:1), vivimos en un mundo donde enfrentamos atracciones que nos distraen. Tal vez nos ofrecen un trabajo que paga bien pero que requiere que comprometamos principios bíblicos. Nuestro llamado es siempre hacer la voluntad de Dios.

Cuando nos enfrentamos a una tentación para alejarnos del camino de Dios para nuestra vida, debemos recordar que tenemos un llamado más elevado como siervos de Jesús. –

  1. Creo que todos los días nos vemos sujetos a diversas tentaciones que nos incitan a caer en ellas, cuando se nos presenten debemos recordar que tenemos un llamado aún más elevado que el de la tentación, como hij@s de Dios.
  2. Si aun te resulta difícil, recuerda que tienes amig@s y líderes en tu iglesia que te ayudarán dándote su apoyo y oraciones para puedas vencer la tentación, el punto es que para tener ese tipo de amig@s debes ir a la iglesia.

No olvidemos que: 13 Cuando sean tentados, acuérdense de no decir: «Dios me está tentando». Dios nunca es tentado a hacer el mal y jamás tienta a nadie. 14 La tentación viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran. 15 De esos deseos nacen los actos pecaminosos, y el pecado, cuando se deja crecer, da a luz la muerte. – Santiago 1:13-15.

NPD/VCG