Lectura: Mateo 5:43-48

Luego de subir al autobús (ómnibus, guagua) del servicio público, me di cuenta que había dejado olvidada mi billetera en la casa y por tanto no tenía cambio, ni billetes, ni otros dispositivos para pagar mi viaje; no sabía qué hacer, en ese momento pensaba que de seguro me bajarían del autobús. En ese momento un hombre que se encontraba cerca, me pasó el monto exacto de dinero para pagar el viaje.  Me dijo: “Tome, que Dios le bendiga”; su generosidad me tomó por sorpresa.  Por supuesto le di las gracias y el hombre me respondió: “Así es como debería funcionar el mundo”.

El acto de generosidad y bondad de aquel hombre, me hizo recordar la gracia inclusiva que Dios extiende al mundo en pecado.  En verdad el mundo tan sólo funciona por la generosidad incondicional de nuestro Dios.  Nuestro Padre Celestial da agua y luz, y por supuesto todos sus beneficios asociados, a todos por igual, sobre malos y buenos, sobre justos e injustos (Mat.5:45).  Imaginémonos por un segundo, lo que le sucedería al planeta si nos quedáramos sin sol; sería imposible la vida.

Si consideramos al sol o al agua como una maravilla, no podemos imaginarnos cuánto más generoso e incomparable es el amor de Dios, al ofrecernos a nosotros, quienes no lo merecíamos, Su perdón y vida eterna mediante la muerte de Cristo en la cruz.

Volvamos al ejemplo del inicio. Cuan ingrato, hubiera sido con aquel desconocido, si hubiera despreciado su regalo o si hubiera tomado el dinero del que tan gentilmente se desprendió, sin expresarle mi agradecimiento.  Suena como una grosería que pocos haríamos, pero así es como tratamos a Dios; tomamos sus favores, y sin agradecerle los disfrutamos, y muchas veces hasta nos excedemos, sobre todo cuando no aceptamos Su perdón que con tanta urgencia necesitamos debido a nuestra condición de pecadores.

  1. Demos diariamente gracias a Dios por Su generosidad y seamos también generosos con otras personas, quienes también pueden acceder a la misericordia y perdón; obsequios de los cuales disfrutamos hoy gracias a su sacrificio.
  1. La gracia no es una excusa para pecar, es un motivo para vivir como a Dios le place.

HG/MD

“De modo que sean hijos de su Padre que está en los cielos, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos”  Mateo 5:45.