Lectura: Lucas 19:11-27

Se cuenta la historia de un granjero que estaba pasando por tiempos difíciles, buscando respuestas fue a donde otro de sus amigos granjeros.   Este hombre se preguntaba qué había salido mal, por lo que su amigo granjero le preguntó: “¿Tuviste una mala cosecha este año?”  La respuesta no tardó en llegar: “¡No tuve ninguna cosecha!”

“Oh, lo siento”, dijo al compadecerse de su amigo. “¿No conseguiste cosechar maíz?” “No, y ni siquiera lo planté.  Pues tuve miedo de no conseguir suficiente lluvia”.

“Bueno, entonces al menos ¿sembraste papas?”, De inmediato exclamó: “No, de hecho he decidido no plantar nada, ya que tengo miedo de que los insectos se coman lo que siembre.”

No es extraño que este hombre no haya cosechado nada.   Estaba tan preocupado por las circunstancias que ni siquiera intentó sembrar NADA.

Esta historia ficticia me recuerda al siervo infiel que fue castigado por su fracaso al no hacer un buen uso del dinero que se le confío.  Debido al miedo, se lo guardó “en un pañuelo” (Lc. 19:20).  Él quiso jugar a la segura y perdió.

La parábola de Lucas 19 también puede aplicarse a los talentos que el Señor nos ha dado. Él quiere que los usemos para Su gloria, y para ello Él desea que no te pongas tan nervioso ante la posibilidad del fracaso, y que definitivamente corras algunos riesgos a la hora de compartir los talentos que Dios te ha dado.

1. ¡Vamos a buscar la voluntad de Dios a través de la oración y la lectura de su Palabra; luego atrevámonos a hacer lo que Él manda, compartamos con otros el regalo de Salvación!

2. No hagas un cementerio de tu vida, al enterrar tus talentos.

NPD/RDH