Lectura: Juan 4:7-14

En 1981, la pasteleria Ida’s en Jenison, Michigan, anuncio esta oferta especial: “Compre uno de nuestros tazones para café a $4.79 y llene su taza por diez centavos cada vez que nos visite.”

Pero los dueños jamás esperaron que 25 años después, cuatro antiguos clientes seguirían su taza de café cada día – por diez centavos.

Ya no encontrarás muchos tratos como ese. Pero Jesús ofreció algo mucho más grande a la mujer junto al pozo (Juan 4:10). Él dijo, “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero… el agua que yo le daré se convertirá en el en una fuente de agua que brota para vida eterna” (vv.13-14).

La mujer junto al pozo estaba lista para escuchar. Ninguna de sus muchas relaciones personales había alguna vez llenado su vacío.   Luego Jesús le ofreció “agua” que calmaría la sed de su vida reseca y le daría algo mas – la promesa de la vida eterna.

Esa misma promesa también es nuestra. Jesús dijo, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

La gracia y el amor de Dios provienen de un reservorio sin fondo. Bebe del agua que Él ofrece, y nunca más volverás a tener sed.

1. Si aun no los has hecho, ¿por qué no intentas beber del agua que te ofrece Jesús?

2. Si ya bebiste del agua de vida, ¿Estás listo para invitar a otras personas para que beban también?

NPD/CHK