Lectura: 1 Corintios 3:1-15

Todos en la comunidad conocían a  Carl. Él era un agricultor y hombre de familia cuya dedicación fue más allá de sus propios campos productivos. También era conocido por su mayor dedicación a lo que él llama «campo de la cosecha de Dios.»

Los vecinos de Carl lo consideran a veces como un absurdo, sobre todo en su renuencia a trabajar los domingos. En su lugar, se iba a la iglesia, a veces visitaba a los convictos, y se centraba en la vida familiar. Su elección de las prioridades de Dios, sobre las prioridades de los cultivos, parecía temeraria.

Un domingo, mientras los vecinos se reunían apresuradamente en sus campos de cosecha antes de una tormenta pronosticada, Carl fue a la iglesia, como de costumbre. Más tarde, un vecino se burló de él diciéndole: «Piensa, Carl, a finales del mes, el resto de nosotros disfrutará de una gran recompensa por nuestro trabajo. Pero usted puede ser que termine sin nada, todo por culpa de su trabajo para Dios. ¿Cómo va a ser entonces? Con serena confianza, Carl respondió: “El trabajo para Dios tiene una recompensa también, pero no necesariamente al final del mes. La pregunta es, cuando llegue ese día, ¿dónde estarás tú?”

1. ¿El día de pago es una prioridad en Tu vida?  Sabes al final del mes o del día puedes que estés delante de Cristo  Ahora es el tiempo para evaluar tus metas en la vida, para que un día el Señor recompense a las sabias decisiones que has hecho.

2. Servir al Señor es una inversión que paga dividendos eternos.

NPD/JY