Lectura: Lucas 22:54-62

La noche antes de que Jesús fuera crucificado, dos de sus discípulos se volvieron contra Él. Judas traicionó a Cristo, y lo entregó a sus enemigos en el huerto (Lc. 22:47-48). Y Pedro lo negó tres veces, incluso diciendo que no lo conocía  (vv.57-60).

Pero la diferencia de lo que hicieron a continuación, fue enorme. Pedro lloró amargas lágrimas de arrepentimiento y más tarde fue restaurado con cuidados del Señor (v.62; . Jn 21:15-17); Judas por su parte se ahorcó (Mateo 27:5).

Cuando cometemos un pecado, lo más importante es como reaccionamos ante esa situación. Si perdemos nuestro temperamento y decimos algo cruel contra un miembro de la familia, ¿qué hacemos después? Si maltratamos un compañero de trabajo, ¿qué hacemos después? Si nos encontramos con que estamos teniendo continuamente malos pensamientos, ¿qué hacemos después?  Podemos poner excusas, para justificar nuestro mal comportamiento, o podemos culpar a otras personas, o ignorar a Dios tan sólo para agregar más pecados a los primeros cometidos.

Tal vez al estar leyendo esto, el Espíritu Santo te ha llamado tu atención por algún pecado en tu vida. De ser así, toma la decisión de arrepentirte y confesar a Dios tu pecado (1 Jn.1:9), o puedes continua negando que tienes un problema con el pecado, lo cual al final no te traerá ningún bien.

Cuando pecas, no debes sumar a tu error otro pecado.  Llévelo de inmediato al Señor y confiésalo en oración ante Él.  ¡Recuerda lo más importante es como reaccionamos ante esa situación!

  1. En 1 Juan 1:8-10 , ¿qué aprendemos sobre nosotros mismos? ¿Cómo vamos a reaccionar ante el pecado en nuestras vidas? (1 Jn. 1:9). ¿Cuál es la base de nuestro perdón? (1 Jn. 2:1-2).
  2. La negación agrava nuestro pecado; ¡confiésalo!

NPD/DCE