Lectura: Proverbios 11:1-11

No me gusta la deshonestidad.  Debido a que crea víctimas.  He perdido dinero porque confiaba en gente que no era honesta.  Y he conocido a personas que han sido engañadas y han perdido los ahorros de su vida, en manos de hábiles estafadores.

Dios odia la deshonestidad también. Proverbios 11: 1 dice que “El Señor detesta el uso de las balanzas adulteradas».  Este verso se refiere a las personas que engañan a otros en los mercados. Esta estafa quizás represente tan sólo unos centavos por venta, sin embargo Dios odia esta práctica, porque ya sea poco o mucho, es un robo, por lo tanto es pecado y Dios no tolera esto.

Las personas honestas, por otra parte, hacen lo todo lo que pueden, por hacer las cosas bien, aunque esto les cueste algo.

Conozco a un matrimonio que fracasó en sus negocios y se vieron obligados a declararse en quiebra.  Esto les liberaba de la obligación legal de pagar sus cuentas, pero ellos no lo vieron como una forma de liberación ante la obligación moral ante sus acreedores.  Así que ambos trabajaron, y se mudaron con su familia a una casa de bajo costo, viviendo muchos años con frugalidad y simplicidad.  Les tomó muchos años de trabajo y sacrificio, pero valió la pena, al poder pagar todas sus deudas.

Nuestra honestidad está siempre puesta a juicio.  Las pruebas de la misma, aparecen cuando hacemos informes de trabajo, realizamos declaraciones de impuesto sobre la renta, o hacemos una venta, entre otras muchas cosas en las que se mide nuestra honestidad.  Debemos estar conscientes de que Dios es parte integral de nuestras vidas, y Él desea un pueblo honestó e incuestionable.

1. Ayúdame, Señor, a ser honesto y verdadero.  En todo lo que yo digo y todo lo que hago.  Dame el valor para hacer lo que es correcto, y brindar al mundo un vistazo de Tu luz.

2. No hay herencia más rica que la integridad.

NPD/HVL